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29 pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya, y él mismo me ha enviado.

30 Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora. 31 Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?»

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